Carácter y temperamento

El último número de la revista Pronto dedica cuatro páginas a “La crisis de Letizia y Felipe”. Aparte de la recopilación de recientes actos principescos (lo que sirve de excusa para la pieza), hablan del asunto una serie de expertos, de periodistas que habitualmente tratan la información o el comentario sobre la Familia Real. Entre ellos están Jaime Peñafiel o Antonio Montero. Lo curioso es que los dos hacen mención a lo que hay dentro de la cabeza de la Princesa. Una vez abierta la veda, abierta está. Lo que siempre se ha oído ahora aparece por escrito en revistas populares. A continuación, lo que Peñafiel dice, entre otras cosas: “… La Princesa parece un poco desequilibrada y lo está demostrando con su forma de proceder. ¿No sabía con quién se casaba y en dónde se metía, o cuáles son sus obligaciones como consorte? Al Príncipe se le nota la tristeza en la cara… Letizia es una chica imprevisible. Tiene unas reacciones muy extrañas…”.

En cuanto a Antonio Montero, aporta lo siguiente al reportaje: “…es verdad que es un matrimonio difícil desde su origen. En la Casa Real tendrían que haber investigado mejor el carácter de la hoy princesa, para saber de quién se trataba realmente. Como todo se precipitó tanto, no se pudo llegar al fondo de su temperamento…”.

Vaya, la limpieza de sangre ahora es limpieza mental. Investigar el carácter, llegar al fondo de su temperamento… Repámpanos. ¿Pero qué le iban a mandar a Valdebernardo? ¿Un psiquiatra? ¿A Conchita con su polígrafo? En todo caso, el carácter y el temperamento es algo que se supone que el Príncipe ya habría chequeado. ¿O no?