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Wyoming versus Gabilondo: droga dura
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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Wyoming versus Gabilondo: droga dura

El Gran Wyoming frente a Gabilondo. 60 minutos de parlamento. Droga dura. Muy dura.-“Es médico, músico, actor, humorista, presentador. Muchísimos le idolatran. Algunos le odian [el

Foto: El Gran Wyoming e Iñaki Gabilondo en una imagen de la entrevista de Canal +
El Gran Wyoming e Iñaki Gabilondo en una imagen de la entrevista de Canal +

El Gran Wyoming, Gabilondo, una mesa camilla versión 3.0 y sesenta minutos de parlamento sin publicidad ni anestesia. Un chutazo en toda regla de naftalina tumultuaria y gagá a partes iguales. Droga dura, muy dura, de esa que te hace decir “Andreíta cómete el pollo”.

Fecha del crimen: miércoles, 20 de noviembre. La entrevista emitida por Canal+ ha pasado sin pena ni gloria por el cátodo. De hecho, es probable que hubiera un solo espectador frente al televisor. Y no, no me pagan lo suficiente en este periódico.

-“Es médico, músico, actor, humorista, presentador. Muchísimos le idolatran, algunos le odian. Se llama Monzón, se llama José Miguel, se llama Chechu [¿Chechu?], se llama Wyoming”.

Al habla José Luis Moreno. No, un momento, es Iñaki Gabilondo. Wyoming devuelve presto el lametazo introductorio a su interlocutor: “Tú tienes un halo de prestigio como gran periodista”. El de Prisa pone cara de ‘ya lo sé, nene’ y abre de nuevo el bote de cremita: “Tú, Wyoming, te has convertido en un icono sociopolítico, en el azote de la derecha más derecha, en el enemigo público número uno”. Creo que esta película ya la he visto. Ahora viene cuando entran los dos en un coche y el viejo le dice al joven: "¿Qué, nos hacemos unas pajillas?"

Unas pajillas mentales que no falten. Y estopa, mucha estopa para todo el mundo. Para la COPE, para Esperanza Aguirre, para Hermann Tertsch, para Montoro, para los grises y para la madre que parió a Franco. Dos cabalgan juntos mientras entonan La Internacional en una versión libre del clásico de Ford rodada en el Far West del guerracivilismo que tanto rechazo les provoca.

La cosa fue a peor, porque Chechu narró en cuestión de una hora toda su vida. Su infancia en el barrio de La Prosperidad de Madrid, sus tiempos mozos como estudiante de medicina, sus años de greña hippie, las noches de tugurio al calor de un piano de cola y el éxito que vendría después. Aquello parecía un biopic redentor con aspiraciones al Oscar.

Wyoming, que hay que reconocer que con un buen guión escrito por otros es un grandísimo ‘vendeburras’, pierde mucho en ausencia de teleprompter. Se vuelve denso, tan denso como un plato de maicena. Gabilondo, por su parte, sigue empeñado en desoír los cantos de las sirenas de Wilder que anuncian cierto crepúsculo y se aferra todavía a los últimos bastiones televisivos del grupo Prisa. Primero fue Cuatro, luego CNN, ahora Canal+. Siempre como garante de una férrea militancia que ha servido como contrapunto del 'TDT Party', que también deforma la realidad, pero desde el vértice opuesto.

Como la cabra siempre tira al monte, tras el relato autobiográfico, hubo traca final. “Los he visto engominaos, cagándose en la Constitución, y luego los he visto llevando las riendas de la democracia”, dijo Wyoming. Y de regalo, soltó la mejor frase de la noche: “No he sido yo el que se ha escorado, ha sido el país”. ¡Toma ya!

“Me quieren callar”, sentenció el humorista, denunciando cuánradicalizado está el mundo hoy en día. Escuchándoles nadie lo diría.

El Gran Wyoming, Gabilondo, una mesa camilla versión 3.0 y sesenta minutos de parlamento sin publicidad ni anestesia. Un chutazo en toda regla de naftalina tumultuaria y gagá a partes iguales. Droga dura, muy dura, de esa que te hace decir “Andreíta cómete el pollo”.

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